Los matafuegos portátiles son concebidos como una primera línea de defensa para hacer frente a fuegos de limitado porte y ellos se necesitan aunque la propiedad esté equipada con rociadores automáticos, cañerías y mangas u otro equipo fijo de protección. No se consideran como parte integrante de sistemas instalados en forma permanente para extinción de fuego.
También se pueden encontrar en el mercado equipos importados –algunos de origen nacional- para aplicaciones particulares, como ser: de agua con aplicación en forma de niebla, para fuegos de Clase A con algún riesgo eléctrico asociado; o con químicos –a base de acetato de potasio- con bajo pH. (tipo K) para aplicaciones en fuegos de Clase B con posibilidad de riesgo eléctrico asociado, ideales para aceites no saturados de uso en cocinas de restaurantes y de polvos especiales para extinción de fuegos de Clase D. Los equipos extintores tendrán efectividad sólo cuando sean adecuadamente seleccionados y ubicados, además de eficientemente mantenidos utilizados por personal convenientemente capacitado y entrenado en su operación.
Clase A: Fuegos en materiales combustibles ordinarios , tales como: maderas, telas, papel, cartón, goma, plásticos, corcho, paso, etc.
Clase B: Fuegos en líquidos infamables, gases, nafta, pinturas, ceras, grasas y aceites.
Clases C: Fuegos que involucran equipos eléctricos energizados, donde la no conductividad del medio extintor es de suma importanzia. (Cuando el equipo eléctrico esté desconectado de la red elétrica, estos fuegos se transformarán en fuegos de Clase “A” o Clase “B”, pudiendo ser usados matafuegos para ellos, sin inconvenientes).
Clases D: Fuegos en metales combustibles, tales como: magnesio, titanio, zirconio, sodio, potasio, etc.
Existe asociada a la letra de la clasificación dada, una representación gráfica, establecida por una figura geométrica y con ella, un color identificador.