La Rima II de Rimas y leyendas se estructura a través de estrofas de cuatro versos para tratar contenidos propios del romanticismo español: el destino y el “yo” que, unidos, configuran una búsqueda del poeta para entender su sentido en el mundo y la búsqueda de sí mismo.
La bella pluma de Becquer, donde el poeta es la saeta, la hoja, la ola y la luz que van a algún lugar indeterminado, desconocido.
«Saeta que voladora
cruza arrojada al azar,
y que no sabe dónde
temblando se clavará;
hoja que del árbol seca
arrebata el vendaval,
sin que nadie acierte el surco
donde al polvo volverá;
gigante ola que el viento
riza y empuja en el mar,
y rueda y pasa, y se ignora
qué playa buscando va;
luz que en cercos temblorosos
brilla próxima a expirar
y que no se sabe de ellos
cuál el último será;
eso soy yo que al acaso
cruzo el mundo sin pensar
de dónde vengo ni adónde
mis pasos me llevarán».