Ramona Modesta Onetto, más conocida como Ramona Galarza, pasó a la eternidad el 22 de septiembre de 2020, a los 80 años.
Nacida el 15 de junio de 1940 en la capital correntina, Ramona comenzó su carrera musical durante su infancia. Ya de adolescente realizó sus primeras presentaciones como cantante en fiestas familiares y escolares.
Más tarde integró la Orquesta Folclórica de la Provincia de Corrientes, dirigida por Naum Salis, en la que compartió el rol de solista con el cantante y compositor Efraím Maidana, popularmente conocido como Ernesto Dana.
Impulsada por el maestro paraguayo Herminio Giménez, en 1958 Galarza tuvo una pequeña participación en Alto Paraná, película dirigida por Catrano Catrani, en la que realizó una interpretación de «Kilómetro 11”.
Luego de haber alcanzado la popularidad en su provincia, decidió mudarse a Buenos Aires para continuar su carrera musical en la gran ciudad. Cabe destacar que viajó en barco por el río Paraná. “No sé cómo me subieron a un barco, pero después… ¡nunca más!”, contaba, divertida. Ya en Capital Federal hizo una prueba en un sello discográfico, y los caminos artísticos se cruzaron con los sentimentales: en esa empresa conoció al productor Fernando López, quien luego sería su esposo.
Bautizada como la Novia del Paraná, Ramona Galarza se convirtió en una leyenda del chamamé por sus participaciones en peñas, festivales, teatros, programas de radio y televisión, en donde la definían como una embajadora de la música litoraleña. Compartió escenario con Ariel Ramírez, Raulito Barboza y las orquestas de Carlos García y Oscar Cardozo Ocampo, entre otras grandes figuras.
En 1978 lanzó el disco Los grandes del litoral, junto a Antonio Tarragó Ros, colocando el color de su voz en “Merceditas”, “Camba Cuá”, “Sargento Cabral” y la mencionada «Kilómetro 11″.
Esa misma voz trascendió las fronteras: Ramona llevó su música a Chile, Venezuela, Paraguay, Colombia y hasta Canadá. Incluso, llegó a presentarse en los auditorios Lincoln Center y Carnegie Hall, de los Estados Unidos. En 1989 viajó a Australia para representar el chamamé. Y en 1991 realizó distintos shows en Washington, Baltimore, Los Ángeles, Houston, Orange y Dallas. También subió al escenario en un festival internacional de música popular en París, Francia.
Queda como legado su bello e inconfundible canto.