Este poema atribuido por muchos a Mario Benedetti, es en realidad de Guillermo Mayer, quien vive en Puerto Madryn, en la Patagonia Argentina. Como el mismo dice: «fue mi primer poema y uno de los pocos que escribí. Lo escribí para mí, en un momento muy duro en mi vida, y surgió de adentro de mi ser para darme ánimo y hacerme ver que no debía claudicar. Creo que fue una gran ayuda para mí.»

«No te rindas, aún estás a tiempo
de abrazar la vida y comenzar de nuevo,
aceptar tu sombra, enterrar tus muertos,
liberar el lastre y retomar el vuelo.
No te rindas, que la vida es eso,
continuar el viaje, perseguir tus sueños,
abrir las esclusas, destrabar el tiempo,
correr los escombros y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas
aunque el frio queme, aunque el miedo muerda,
aunque el sol se ponga y se acalle el viento,
aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tu seno.
Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo,
porque lo has querido, y porque yo te quiero.
Porque existe el vino, y el amor es cierto,
porque no hay herida que no cure el tiempo.
Abrir las puertas, quitar los cerrojos,
bajar el puente y cruzar el foso,
abandonar las murallas que te protegieron,
volver a la vida y aceptar el reto.
Recuperar la risa, ensayar un canto,
bajar la guardia y extender las manos,
desplegar las alas e intentar de nuevo
celebrar la vida, remontar los cielos.
Porque cada día es un comienzo nuevo,
porque esta es la hora y el mejor momento
porque tenés alas y podés hacerlo,
porque no estás solo y porque yo te quiero.”

Fuente: https://soyliterauta.com/