«Se habla de que las heridas cicatrizan, estableciéndose un paralelismo impreciso con la patología de la piel, pero no ocurre tal cosa en la vida de un ser humano. Lo que hay son heridas abiertas; a veces se encogen hasta no parecer más grandes que un pinchazo causado por un alfiler, pero siguen siendo heridas. Las marcas que deja el sufrimiento se deben comparar más bien a la pérdida de un dedo o la pérdida de visión en un ojo. Puede que en algún momento no notemos que nos faltan, pero el resto del tiempo, aunque los echemos de menos, nada podemos hacer.», escribía F. Scott Fitzgerald, en «Suave es la noche» (1934).

Todo el mundo ha tenido que sanar un corazón roto en algún momento de sus vidas. Un amor no correspondido. Un mal amor. El fin de un amor… claro que todos no reaccionamos igual. Unos (como quien escribe), lloramos mucho. Creo que
hay algo sagrado en las lágrimas. Ellas hablan con más elocuencia que diez mil lenguas. Ellas son mensajeras de el dolor abrumador…Y de el amor indecible. Pero otros, poetas y escritores, pueden traducir ese dolor aparentemente indecible, en pura poesía, y poder hacer ese dolor bellísimo arte, como el caso de la pluma de mi admirado Federico Garcia Lorca…y
«Herido de Amor»

«Amor, amor, que está herido,
herido,
de amor huido.
Herido,
muerto de amor.
Decid a todos que ha sido
el ruiseñor.
Herido,
muerto de amor.

Bisturí de cuatro filos,
garganta rota,
y olvido.
Cógeme la mano, amor,
que vengo muy malherido,
herido,
de amor huido.
Herido,
muerto de amor»

Y si repaso «De la luz en que espira, Amor herido», en la
bella pluma de Fernando de Herrera…

«De la luz en que espira amor herido
al corazón altivo y desdeñoso
paso, rompiendo el rayo glorioso
la sombra, en que dormía, del olvido.

Doliome entonces mucho haber perdido
un punto y vi, en mi mal dolor dudoso,
gloria cierta, afán breve, bien dichoso,
y el deseo en sus votos ya vencido.

De hoy más amo y adoro cuantos daños,
celoso de mi suerte, Amor procura,
bienes viendo exhalar sus ojos bellos.

Eternos corran mis felices años,
y a mi alma abrasada en llama pura
siempre enlace la red de sus cabellos».

O la inconmensurable bella pluma de Amado Nervo
y su «Cuando Dios lo quiera»…

«Santa florecita, celestial renuevo,
que hiciste mi alma una primavera,
y cuyo perfume para siempre llevo:
¿cuándo en mi camino te hallaré de nuevo?
¡cuándo dios lo quiera, cuando dios lo quiera!
¡qué abismo tan hondo! ¡qué brazo tan fuerte
desunirnos pudo de tan cruel manera!
mas ¡qué importa! todo lo salva la muerte
y en otra ribera volveré yo a verte…
¡En otra ribera…, Sí! ¡cuando dios quiera!
corazón herido, corazón doliente,
mutilada entraña: si tan tuya era
(carne de tu carne, mente de tu mente,
hueso de tus huesos), necesariamente
has de recobrarla… ¡Sí, cuando dios quiera!»

O la doliente pluma de Gustavo Adolfo Becquer…

«Me ha herido recatándose en las sombras,
sellando con un beso su traición.
Los brazos me echó al cuello y por la espalda
partióme a sangre fría el corazón.
Y ella prosigue alegre su camino,
feliz, risueña, impávida. ¿Y por qué?
porque no brota sangre de la herida.
Porque el muerto está en pie».

O «El ocaso», en la bella pluma del poeta Manuel Machado…

«Era un suspiro lánguido y sonoro
la voz del mar aquella tarde… El día,
no queriendo morir, con garras de oro
de los acantilados se prendía.

Pero su seno el mar alzó potente,
y el sol, al fin, como en soberbio lecho,
hundió en las olas la dorada frente,
en una brasa cárdena deshecho.

Para mi pobre cuerpo dolorido,
para mi triste alma lacerada,
para mi yerto corazón herido,

para mi amarga vida fatigada…
¡El mar amado, el mar apetecido,
el mar, el mar, y no pensar nada…!»

Claro que mi admirado Roberto Carlos se «Desahoga» con esta
hermosa canción, «Desahogo».

Es una de las más emotivas que tiene en su carrera.La música expresa lo que no puede ser dicho y aquello sobre lo que es imposible permanecer en silencio
y Roberto Carlos lo hace con maestría.

«Pero, resulta que yo,
sin ti no sé lo que hacer.
A veces me desahogo,
me desespero porque…

Tú eres el grave problema
que yo no se resolver
y acabo siempre en tus brazos
cuando me quieres tener»….